Este cuento, lo escuche repetido de mi bisabuelo los días en que todavía podía llevarme a ordeñar vacas. El sabia que todas las veces que lo contaba, cambiaban cosas de lugar, nombres de personajes, incluso la exactitud de los acontecimientos en la narración. La primera vez me sorprendió diciendo que el mar tenía sus límites en Orotina, en Los Chiles, en Villa Bonita; contaba la historia de una isla muy parecida a nuestra provincia. Alajuela flotaba en mar salada y por un gran sacrificio, perdía el derecho a sus costas. Lo que siempre concordaba en las historias, además del final, era que ese sacrificio ocurría cuando uno de los personajes, llevado por sus acciones, tenia que decidir entre su gran amor o el mar. A veces eran Yemayá, tatica dios o Sibú los encargados de llevarse el agua salada, dejando un territorio con todas las características de puerto pero sin olas y agua. Por mucho tiempo, eso me explico porque hacia tanto calor. Porque, por ejemplo, la gente andaba mas...