Todo esto ya lo sabés, alguien lo repitió en una fiesta y se quedo instalado en el fondo de tu cabeza. Primero, practicaste la duda de manera casual. Nada, ningún conflicto saltó en la noche estrellada de tu mente. Luego, verificaste. Una búsqueda, un registro electrónico y la confirmación digital en una pantalla azul. Todo esto ya lo sabés, porque alguien lo volvió a decir en el autobús, de camino al trabajo. Ya no te sudan las manos, ya no te sentís el ignorante del transporte público aunque es lo mínimo a que muchos podemos aspirar. ¿Qué hacés? Nada. Cosechar espinos y poblar ese rincón de otras ideas que no te sean de gran conflicto. Evadir, llenando esa evasión de placeres culposos; andá, prepará el café con otra cucharada de azúcar, andá, poné otro capitulo de cualquier serie que te haga olvidarte de tu existencia, andá, dormí el sueño de los caídos y los tibios. Todo esto ya lo sabés, y la tercera que es además la...