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Mostrando las entradas de junio, 2006

Atribuible a Gustavo Fabregas

Red Hot Shoes Silvano todavia baila con las caderas de su amiga ella le roza la entrepierda Silvano se mueve él se mueve impaciente promoviendo el juego casi como la primera vez Desde el otro lado de las camas de los salones concurridos y desde el reverso de sus prendas intimas ellos se derriten ellos son una parte del liquido que cubre al planeta Silvano lleva unas tennis rojas ella no lo ha notado Silvano se mueve y deja una mancha en la pista de baile que es su propia salsa de tomate

Costa Rica en el Mundial

Listo no vuelvo a escribir sobre futbol. (saludos a mi amigo Federico, que como yo, otra victima mas de la ilusion)

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Pasen, pasen. Que este post les permita acceder a su propia descomposicion. Un reto: ¿creen lograr que sus palabras se coagolen hasta morir? ¿o por lo menos, asustar a la compostura?

Gustavo Fabregas le escribe esto a Andres Verdana

He escrito, he vivido escuchándome frente a las ventanas y los espejos con mis poemas. He cansado a la mitad de mis compañeros, a la mitad del publico, a la mitad del mundo. Ninguno ha sido responsable por la perdida de su tiempo, solo yo cargo con ese peso. Los profesores y escuelas y colegios y universidades que les obligaron asistir a mis recitales, han sido utensilios de mi error. Andrés, y todos los Andrés y alter egos, y seudónimos y nombres y anónimos, no comentan el mismo vicio, no se dejen seducir por los aplausos, no se dejen seducir por la belleza transformada en silencio dentro de una sala llena de hombres y mujeres que esperan la poesía. La poesía, si existe, no la pueden definir dos horas, un canapé y una copa de vino. Tampoco tus contactos, tus influencias y tus maestros. La poesía ni siquiera se lee, no se come, ni entretiene. La poesía no son estas palabras cómodas, que te llegan a tu silla o en el autobús. Si luego de lo que he pasado, puedo decir que es poesía