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Mostrando las entradas de 2018

La palabra incendio

Tratás de entender qué pasó. Te da la luz  de la primera mañana y distorsionados, algunos momentos de la noche. Juntás las piezas, detectás los síntomas; la resequedad en los labios, el mareo, la levedad. Un punto en el pecho que arde. Es esto con lo que no podés. El eco de una palabra todavía en su boca que consume los restos de la casa.

Chulel

es el alma de algunas personas  que tiene el poder de manifestarse  con forma animal. Vos lo encontraste, ese río diminuto de sangre. Tus pasos deshicieron su cause hasta este momento. No sé a qué has venido, si ese brillo en el fondo de tus ojos no es más que otra lanza en este costado. Tu figura es una silueta oscura contra la luz de una luna casi vacía. Te escucho respirar. Te escucho acercarte. Un río rojo y diminuto dejá un surco en la tierra mientras se seca.

Menos de 5 mm de diámetro

1 No sé quién los encontró, pero estos cuerpos en la orilla se pueblan de curiosos.              Que preguntan.              Que murmuran. Sus miradas no les alcanzan para abarcar la costa. Alguien deja caer la tapa de su refresco gaseoso. La multitud que crece la desaparece en la arena. Esta especie obsesionada con los monumentos la sobrevivirán sus desperdicios. 2          Abren          el estomago de los cetáceos.                                         Plástico. Luego los de algunos peces.                     Plástico. De los mamíferos más cercanos.                                       Plástico. Llegado el momento se preguntan por sus propias entrañas.                          Plástico.  Llegado el momento se preguntan por su comida recalentada.                          114 partículas por plato. 3 Hoy tendr

La isla que desaparece

Te quedás sin nada porque nada nunca ha sido tuyo. Flotás en la superficie sobre el reflejo del cielo. No queda nada de vos y ahí seguís vacío.

Bandas elásticas de pelo

Abrís la llave. Te apartás a la espera de la resistencia mientras te desnudás. Cerrás esa suerte de puerta transparente que te separa del baño. Y te dejás bajo la ducha, que está calentando, apenas. El agua baja por tu cara y te hace mantener los ojos entreabiertos. Una de tus manos busca la llave, disminuye la intensidad un poco para que esa resistencia funcione. Pero encontrás algo escondido, apartado del mundo por mucho tiempo. El vapor empaña lentamente los reflejos en este cuarto blanco, en este momento en el que sabés qué es eso que tocás como si fuera otra persona bajo el agua ya caliente. Otra persona dividida en tu memoria por la distancia, el paso de los años, el silencio. Te apartás a la espera de una resistencia. Dos cuerpos desnudos tiemblan por culpa de otro tipo de frío y son disueltos por la humedad en el ambiente.

Noche estrellada

Quisimos volver pero ya no hay nada a lo que volver, nadie nos espera. No encontramos las marcas en el suelo donde nuestra casa tuvo su sitio. Nada de la diminuta ropa intima secándose en este lugar desolado. Somos apenas figuras en el paisaje que levantan paredes en el vacío, gemidos en el silencio. Quisimos volver ya muy tarde. Tampoco somos los mismos; esto que pensamos es amor también lo sentimos ajeno.

Empuje hidrostático

El sol al mediodía es un punto de luz absurdo. La superficie del agua se calienta. Casi no podés mantener abiertos los ojos, en tus parpados habita una mancha incandescente. Te mantenés a flote. Sobrellevás el paso del tiempo ensimismado en tus otros sentidos. No sabés si eso es suficiente para construir una realidad. Partes de tu cuerpo emergen y se sumergen en el mar. Es así que escuchás algo muy, muy lejano. Un grito de alguien que al igual que vos se está ahogando.

En la mitad del océano

La cima de tu cabeza se puebla de figuras míticas. Cada una te sirve para explicarte todo aquello que no entendés del mundo. Un rayo cae y tu cuerpo se encorva; le pertenecés a lo desconocido y al miedo. Tocás una piedra a la que has dado forma. -No soy nada. (Es verdad) -Ten piedad de mi. La reverencia acaba. Ya no temblás. Ya no te preguntás qué es ese brillo en mitad de la noche. La cima de tu cabeza flota sobre el agua. Vas a la deriva en la mitad del océano.

El nacimiento de una isla

Tus pasos te llevan.   Ha pasado la peor parte del día; el calor ha bajado y ya no sentís esa presión en la parte del cráneo. Al lado el mar, tu sombra, miles de pedazos de plástico enterrados en la arena. Se forma el horizonte a tus pies; las huellas en el agua turban el reflejo del cielo.  Te detenés esperando que se vuelven a concretar sus nubes, un pájaro, dos o tres montañas oscuras. La marea sube hasta que el pájaro hace un nido en tu cabeza. Sos la isla       y     nada   importa.

Fobos

Tal vez te acostumbraste a vivir cerca de los aeropuertos, dentro de su incertidumbre horaria y el rango de contagio a ciertas enfermedades que no saben nada del control de aduanas. Te hiciste por dentro con el murmullo de las turbinas, y ese motor lo has confundido siempre con el dolor, malsano, que además se ha hecho uno con las cardiopatías que te inventás al dormir con frío y sin compañía. Tal vez te acostumbraste a la vibración en los cristales de esta casa. A mirar con desconfianza a los turistas que te piden direcciones en un idioma extraño. A no ser vos la persona en la sala de espera, que pasa las hojas de su pasaporte para deletrear cada país que ha visitado en los últimos 6 años. Tal vez ahora cerrás los ojos y escuchás una explosión propagarse por la troposfera. Te sorprendés, inmóvil, sin intentar despegar tus parpados. Atento a ese raro silencio. En las paredes, los muebles, los vasos de agua. Es un tipo de calma que nunca habí

Golden record

nuestra existencia se disipa en el cluster número doscientosytantos una supernova nos manda su afecto más rápido que la luz y nosotros lanzamos un par de bombas atómicas sobre pueblos llenos de civiles 500 metros sobre una cancha de tenis, a medio camino entre un arsenal y una fábrica de acero necesarias como el plástico residual en los estómagos de las ballenas o la epidemia de sífilis provocada a esas mujeres guatemaltecas debimos dejar precisos los monumentos de esta estupidez la extinción diaria de 150 tipos de animales las emisiones contaminantes de los volkswagens los pastores y los que pagan su diezmo a cambio de sus promesas los pedófilos que durante décadas ocultó la iglesia católica apostólica y romana porque los discos dorados en el voyager 1 sus 56 saludos en distintos idiomas y toda nuestra música son de un tipo de ficción que esta especie  extinta no se merece