Aunque la viruela dejo ciego a Turlough Carolan, en Irlanda todavía se le recuerda por sus bromas, su cólera y sus canciones. Una vez cante para una mujer que vestía a la niebla. Su corazón lo habitaba ese vapor de agua. De alguna manera ame a esa mujer hasta que mi voz no fue más que la noche y el viento. Ella, como todo lo que toca recordar hasta la vejez, desapareció. Ahora solo canto después de la lluvia; mis canciones se deshacen antes de tocar el suelo.