Al fondo el mar, las botellas de plástico, los perros que corren luego de días de encierro en una casa. Al fondo el ruido de la civilización que apaga los primeros incendios de su decadencia. Pero son las siete aeme, la mañana nos sirve de evasión; esta área cuadrada de playa que tal vez no este comprometida por algún desecho humano. Al fondo el mar, el momento en el que estos animales contemplan el horizonte y creen sentirse seguros. Nuestros segundos apagándose ante la marea que nos alcanza.