Hasta que se acabe la lluvia dudemos por los que ya no están, dejemos que sus preguntas entren por el lavamanos. Como si nos disputáramos algo que ya no tiene importancia vamos a preguntarnos por el fin del mundo, el fin de la cama, el fin de esta línea. Hasta que se termine la lluvia y caigan esas gotas del cielorraso que empujamos afuera con bandejas. Porque cuando la lluvia se canse nos va a quedar un ruido incomodo en el patio, algo que no podremos sacarnos de entre el pecho y las latas de zinc y toda esa agua que se acumula en el fondo de la garganta.