¿Los aviones nos pueden dejar ciegos? Eso preguntaría yo si tuviera cuatro años y por primera vez me llevaran al aeropuerto a ver como despegan esas gigantescas naves hechas de materiales parecidos al papel aluminio. Me lo preguntaría y con sinceridad, luego de que chocaran contra el sol en lo alto de las nubes. Después seguro pensaría que si tienen la capacidad de hacernos sordos. Ese ruido tan cercano, tras la malla y mis manos de cuatro años sorprendidas por ese estallido.
Alajuela con aeropuerto es, sin dudarlo, donde los ciudadanos están más acostumbrados a cohabitar con esos seres de metal que diariamente aterrizan y despegan. Tal vez por eso no comprendemos como algunas personas deciden ejercer sus horas de ocio cazando aeronaves. Nos resulta ilógico excitarnos ante el milagro de la aerodinámica por pura costumbre, como si los siglos de puros sueños por volar se borraran gracias a la monotonía. Después de todo, hasta hace escasos años éramos los únicos con un puerto aéreo internacional en el país. Los que hacemos el viaje a la capital, al llegar a esa intersección seguramente no nos imaginamos que es pasar la tarde con dolor de cuello, a pesar del semáforo en rojo que rigurosamente nos hace buscar en la pista algún signo de despegue. Secretamente, en nuestro más intimo reflejo, seguiremos siendo absorbidos por lo que hace dos siglos era imposible.
Seguiremos siendo ese niño de cuatro años que escucha la respuesta de su padre, aforrándose de la cerca que rodea al Juan Santamaría: Sí, un brillo de esos aparatos nos puede dejar ciegos.
Comentarios
Muy tuanis, acomodó en palabras todo lo que yo presentía que alguna vez escribiera sobre eso. Y no le había "hallao la comba al palo".