Ayer los he visto. Quietos entre la gente mientras el más grande sostenía la mano del pequeño. El niño estaba asustado pero parecía superar su miedo gracias a la fascinación del espectáculo; aprovechaba el movimiento de la gente para mirar de vez en cuando lo que sucedia a su alrededor. Precisamente porque este va a ser el primer recuerdo que tenga de su niñez, olvidará que había llorado toda la tarde porque lo encontraron sacando el chiverre a las empanas y que su hermano mayor lo llevó a pasear sin considerar que seguía castigado. Si va a tener presente el ruido de la pólvora mientras destrozaba ropa vieja y el olor a quemado mezclándose con el griterío de la gente. Asistirá posiblemente los próximos años, aportando él alguna prenda para el Judas de trapo con ese dejo de gratificación presente en la venganza, aunque sea una la ilusión como la que todos los que estaban presentes sintieron al regresar triunfantes a casa.
Me vi caminando a su lado, como si con ese fuego también se hubiera incendiado la injusticia del castigo por comer de lo que más gusta, se hubiera incendiado la llamada telefónica de esa profesora quejándose por el mal comportamiento durante el año, s se hubieran incendiado los ahorros del banco anglo depositados en la cuenta suiza de algún político. Se hubiera incendiado el acueducto del pueblo que prometieron arreglar hace dos gobiernos, se hubieran incendiado las malas elecciones que ha hecho este país al escoger a sus gobernantes, se hubieran incendiado los casos de corrupción de los últimos años y los que vienen.
William Eduarte para La Nación
Comentarios
Yo nunca he entendido lo de la quema de Judas porque en Palmares no se hace, lo vine a descubrir después pero nunca he visto una en mi vida.
Alajuela es más grande de lo que uno piensa.