1
Estoy inquieto,
desde el colchon inflable y el polvo
del suelo que todavía no me pertenece.
Tal vez por eso este cuarto
me recibe con todo el desprecio
de quien no acepta
que la cosas se den a la ligera,
envueltas en la desorientación
propia de lo que es urgente.
Mi ropa en una esquina
no es filtro suficiente
para reparar este aire
que me sobra.
Este costado sin pertenencia.
Estas manos que encuentran en la pared
un simulacro de lucha.
Alguien debería saber que esta noche
me duele decir que estoy solo.
2
La música hace de mi casa
un lugar habitable.
Le habla al inodoro, a la ventana
del jardín, al mango
del sartén eléctrico;
les explica el tipo de calor
que deben irradiar a su hora.
Sigo siendo un extraño
que se encuentra con todo
lo que esta aprendiendo a pertenecerle.
3
No es la noche
el peor momento de vivir solo.
Es la mañana. El abrazo al vacío.
El desayuno con medida. El libre transito
en la ducha. El silencio en el mecanismo
de las puertas.
Las sillas en la misma posición,
un día, dos días, veintitrés.
La ropa que no se mezcla
con otra que no sea la propia.
La gran resistencia en el agua
caliente de la termo ducha.
El peor momento de vivir solo
tiene su forma de aclarar en el calendario
que no tienes planes que compartir
hasta nuevo aviso.
4
Alguien no sabe que he dormido mal esta tarde.
Llaman a la puerta. Esta persona no tiene
ningún interés por escuchar
mi comentario del noticiero.
No tengo mensajes en la contestadota.
A nadie se le olvida mencionar
que va a llegar tarde.
Me he mudado de mi mismo
a un lugar que no conozco.
He intentado colocar
algunos afiches y ha sido inútil.
Sigo esperando que alguien ordene mi casa
y me regañe por no intentarlo con ganas.
No es mi culpa,
en la mudanza he dejado colgando
el corazón en otro armario.
Comentarios
Saludos.
Ah! Y pronto, pronto pasa.
Bienvenido al barrio, amor.